Cesantear y escarmentar
02-10-09 /
Sobre
el conflicto laboral planteado en la empresa Kraft Foods (ex Terrabusi)
nos interesa comentar un aspecto que tiene a nuestro entender mucha
importancia. Nos referimos a la democracia en el ámbito de las empresas
y los sindicatos. Mucho se habla y se declama sobre la ausencia de una
cultura democrática en nuestra sociedad, también mucho nos
congratulamos de los años de continuidad institucional recorridos desde
el fin de la última dictadura militar. Sin embargo poco se dice sobre
el clima autoritario que se sufre en la mayoría de los establecimientos
productivos, donde la palabra del empleador debe ser acatada
sumisamente por los trabajadores. Muchas empresas hacen de esto un
principio guía de su comportamiento: la disciplina laboral y la
autoridad de la empresa nunca deben ser cuestionadas, al trabajador
sólo le resta obedecer. La democracia que recuperamos luego de la
dictadura se quedó en la puerta de la mayoría de las empresas.
La presencia de una comisión interna de delegados en el ámbito de
trabajo se vuelve un hecho intolerable para ciertas gerencias que sólo
esperan la oportunidad para terminar de raíz con esta anomalía. En el
cálculo de estas empresas lo que importa no es lo que dice la ley o el
convenio colectivo, sino si existe una organización sindical en el
lugar de trabajo capaz de hacerlos valer todos los días, cuestionando
su autoridad. Restablecer el principio de autoridad empresarial se
vuelve para estas empresas un objetivo urgente e imprescindible, y para
muchos gerentes eso significa expulsar a los más activistas y
escarmentar a sus compañeros para que no vuelvan a pensar en
organizarse, elegir delegados y defender sus derechos.
A nuestro entender esto es lo que está pasando en Kraft y una prueba de
ello es que la gran mayoría de los despedidos corresponden a los turnos
noche y mañana, mientras que el hecho que Kraft usa como pretexto para
los despidos masivos ocurrió durante un reclamo a la tarde. La empresa
viola la ley cuando despide delegados, y cuando despide trabajadores
como castigo por ejercer sus derechos gremiales.
La legitimidad y autenticidad del reclamo de los trabajadores queda en
evidencia cuando vemos la tenacidad y el tiempo que vienen sosteniendo
el conflicto casi en soledad y enfrentando el ataque o la complicidad,
por acción u omisión, de todos los factores de poder: empresa, cámaras
empresariales, medios de comunicación, Gobierno y lamentablemente hasta
de su propio sindicato, que les soltó la mano justo un día antes del
violento desalojo.
Y esto nos lleva a otro tema, diferente pero íntimamente relacionado.
Los delegados y comisiones internas en tanto representación genuina y
directa de los trabajadores son considerados por muchas organizaciones
sindicales como meros apéndices de las conducciones sindicales, sin
poder alguno de decisión y sin derecho a opinar o actuar con la más
mínima autonomía bajo pena de ser acusados de "inorgánicos" y hasta
expulsados del sindicato, lo cual dicho sea de paso, en un país donde
se consagra la representación sindical única, en los hechos significa
perder el derecho a estar en un sindicato. Si a eso le agregamos que se
descalifica a los que tienen ideas políticas o ideológicas diferentes a
la que suscribe la dirección del sindicato, tenemos que en los
sindicatos tampoco reina plenamente la democracia.
Y éste es el punto clave: falta democracia en las empresas y en los
sindicatos. Y no lo decimos sólo por Kraft. Los ejemplos son numerosos,
aunque no todos tan conocidos. Pero muchos que hablan de democracia y
libertad cuando se discute la ley de medios, o los que critican a los
sindicatos por corruptos, basta que aparezca un grupo de trabajadores
con la pretensión de ejercer sus derechos legítimos y legales, para que
le caigan con todo, le pongan la gente en contra y clamen por que se
restablezca el orden.
Daniel Ximénez Saez
Sociólogo. Taller de Estudios Laborales (TEL)
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