Taller de Estudios Laborales

LAURENT VOGEL. Oficina Europea Técnico Sindical (BTS)
Aunque los nombres varían de un país a otro, hoy en día cientos de miles de representantes de los trabajadores ejercen funciones como Delegados de Prevención en la Unión Europea. En algunos países se trata de una tradición ya antigua. Defender la vida de los trabajadores contra la carrera por el lucro es una reivindicación que nace con los mismos sindicatos. Los delegados-inspectores de los sindicatos mineros surgieron hace más de un siglo. En otros países, la generalización de un sistema específico de representación en salud laboral es reciente, como en el caso español, italiano y portugués. ¿Qué nos enseña la experiencia de los diferentes países de la Unión Europea sobre el trabajo de esos delegados? ¿Qué problemas comunes hay que resolver?


1. Una condición para trasladar la normativa a la realidad de la empresa

La experiencia demuestra que las nuevas normas de prevención no se han traducido todavía, en la mayoría de las empresas, en una mejora real. Numerosas encuestas indican que la aplicación burocrática y formal de las normas es la tendencia dominante. Son raras las empresas en las que las exigencias preventivas se tienen en cuenta en las grandes decisiones estratégicas.

Los problemas de salud laboral nunca son problemas técnicos o médicos solamente. Están directamente vinculados con la organización del trabajo. Por esa razón, los Delegados de Prevención tienen un papel que desempeñar. Han de recoger la experiencia directa de los trabajadores y convertirla en conocimientos colectivos reales. Han de identificar problemas que los servicios de prevención ignoran y formular estrategias de mejora.

La legislación prevé una organización planificada de la prevención que depende en gran medida de la evaluación de riesgos. El valor de esa evaluación es muy limitado si no incorpora lo que los trabajadores perciben y quieren expresar como sus prioridades. Sin los delegados de prevención, la evaluación de riesgos probablemente será únicamente un documento administrativo más.

2. La salud laboral, una mirada crítica sobre la vida de las empresas

La lógica de las empresas no es la de asegurar la salud y el bienestar de los trabajadores. Por el contrario, para el empresario, los intereses de los trabajadores deben subordinarse a la búsqueda del lucro y al mantenimiento del poder jerárquico.

Un estudio francés reciente indica que en las empresas en las que existen unas normas precisas de calidad y un desarrollo de la polivalencia, también hay un mayor número de accidentes de trabajo. Los Delegados de Prevención aportan una mirada crítica, basada en una lógica y legitimidad distinta a la de la gestión empresarial. Por eso es tan importante que conserven su autonomía, que no se les transforme en “técnicos de seguridad”. En todos los países en los que la patronal ha establecido sistemas de representación no sindicales, se ha podido constatar el fracaso de esos sistemas dado que los delegados pierden su capacidad crítica frente a la dirección.

La autonomía de los Delegados de Prevención no es una simple cuestión de oposición ideológica. Ante todo es un arte. El arte de hacer la síntesis entre las diferentes categorías de trabajadores: varones y mujeres, jóvenes y menos jóvenes, fijos y temporales. El arte de recoger sus opiniones y trasformarlas en un proyecto colectivo común. El arte de dialogar y negociar con la dirección. El arte de proponer a los técnicos prevencionistas y a los médicos del trabajo una perspectiva clara de ser un servicio para la salud de los trabajadores.

Para lograr resultados, hay que pensar en términos de acumulación de fuerzas. Comenzar por resolver los problemas inmediatos que pueden ser más fáciles de abordar para luego pasar a los más complejos. Cada realización práctica incrementará entre los trabajadores la confianza en sus propias fuerzas.

3. Un trabajo en equipo y un reto para el sindicato

Los Delegados de Prevención no son los únicos sindicalistas en la empresa. Es fundamental que no se queden aislados. La negociación de planes de igualdad, de cambios en los horarios laborales, las políticas de contratación o de subcontratación son ejemplos de cuestiones generales con un impacto importante en la salud laboral. Formar un equipo sindical bien integrado, con una política coherente es también una condición para conseguir el éxito en el trabajo de los Delegados de Prevención.

Una de las principales críticas que hacemos a las autoridades públicas es la de que no socializan suficientemente el trabajo de prevención. Cada empresa trata sus problemas de manera aislada y hay pocas posibilidades de beneficiarse de las experiencias de otras empresas. La política de salud pública integra poco la salud laboral a fin de no “molestar” las prerrogativas empresariales. Los servicios externos de prevención han sido desarrollados en el marco de un mercado donde el poder de la ley de la competencia es mucho mayor que el de la cooperación.

En cierta medida, estos mismos problemas también son propios del movimiento sindical. Aunque por motivos diferentes, los sindicatos también tienen problemas para la puesta en común de las numerosísimas experiencias de los delegados en las empresas. La labor de socialización de las experiencias sectoriales y territoriales a menudo se retrasa en relación con el trabajo de base. Esta socialización requiere importantes medios: formación, encuestas, reuniones entre los responsables de los diferentes niveles de intervención. Aunque las dificultades son reales, no es menos cierto que todos saldremos ganando con una mayor cooperación que logre hacer surgir las experiencias de base y ayude a la organización sindical a seguir la evolución real de las condiciones laborales. Sin duda es una de las condiciones para lograr un sindicalismo más joven, más feminista, más abierto al conjunto de los problemas sociales tales como el medio ambiente o la lucha contra la guerra.

La experiencia de los Delegados de Prevención puede aportar aire fresco, indispensable para renovar la acción sindical.